2010/03/03

Borges, El Aleph (Quote)






On the thirtieth of April, 1941, along with the sugared cake I allowed myself to add a bottle of Argentine cognac. Carlos Argentino tasted it, pronounced it "interesting," and, after a few drinks, launched into a glorification of modern man.

"I view him," he said with a certain unaccountable excitement, "in his inner sanctum, as though in his castle tower, supplied with telephones, telegraphs, phonographs, wireless sets, motion-picture screens, slide projectors, glossaries, timetables, handbooks, bulletins..."
He remarked that for a man so equipped, actual travel was superfluous. Our twentieth century had inverted the story of Mohammed and the mountain; nowadays, the mountain came to the modern Mohammed.

So foolish did his ideas seem to me, so pompous and so drawn out his exposition, that I linked them at once to literature and asked him why he didn't write them down. As might be foreseen, he answered that he had already done so -- that these ideas, and others no less striking, had found their place in the Proem, or Augural Canto, or, more simply, the Prologue Canto of the poem on which he had been working for many years now, alone, without publicity, with fanfare, supported only by those twin staffs universally known as work and solitude. First, he said, he opened the floodgates of his fancy; then, taking up hand tools, he resorted to the file. The poem was entitled The Earth; it consisted of a description of the planet, and, of course, lacked no amount of picturesque digressions and bold apostrophes.
I asked him to read me a passage, if only a short one. He opened a drawer of his writing table, drew out a thick stack of papers -- sheets of a large pad imprinted with the letterhead of the Juan Crisóstomo Lafinur Library -- and, with ringing satisfaction, declaimed:
.
Mine eyes, as did the Greek's, have known men's towns and fame,
The works, the days in light that fades to amber;
I do not change a fact or falsify a name --
The voyage I set down is... autour de ma chambre.
______________________________
from: Jorge Luis Borges, The Aleph (El Aleph, 1945)





El 30 de abril de 1941 me permití agregar al alfajor una botella de coñac del país. Carlos Argentino lo probó, lo juzgó interesante y emprendió, al cabo de unas copas, una vindicación del hombre moderno.
- Lo evoco - dijo con una admiración algo inexplicable - en su gabinete de estudio, como si dijéramos en la torre albarrana de una ciudad, provisto de teléfonos, de telégrafos, de fonógrafos, de aparatos de radiotelefonía, de cinematógrafos, de linternas mágicas, de glosarios, de horarios, de prontuarios, de
boletines...
Observó que para un hombre así facultado el acto de viajar era inútil; nuestro siglo XX había transformado la fábula de Mahoma y de la montaña; las montañas, ahora convergían sobre el moderno Mahoma. Tan ineptas me parecieron esas ideas, tan pomposa y tan vasta su exposición, que las relacioné inmediatamente con la literatura; le dije que por qué no las escribía. Previsiblemente respondió que ya lo había hecho: esos conceptos, y otros no menos novedosos, figuraban en el Canto Augural, Canto Prologal o simplemente Canto-Prólogo de un poema en el que trabajaba hacía muchos años, sin réclame, sin bullanga ensordecedora, siempre apoyado en esos dos báculos que se llaman el trabajo y la soledad. Primero abría las compuertas a la imaginación; luego hacía uso de la lima. El poema se titulaba La Tierra; tratábase de una descripción del planeta, en la que no faltaban, por cierto, la pintoresca digresión y el gallardo apóstrofe. Le rogué que me leyera un pasaje, aunque fuera bre- ve. Abrió un cajón del escritorio, sacó un alto legajo de hojas de block estampadas con el membrete de la Biblioteca Juan Crisóstomo Lafinur y leyó con sonora satisfacción.
.
He visto, como el griego, las urbes de los hombres,
Los trabajos, los días de varia luz, el hambre;
No corrijo los hechos, no falseo los nombres,
Pero el voyage que narro, es... autour de ma chambre
______________________________
de: Jorge Luis Borges, The Aleph (El Aleph, 1945)

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